El cambio climático está generando transformaciones significativas en la economía de Tenerife, afectando sectores clave que dependen de factores climáticos, como el turismo, la agricultura, las infraestructuras y la gestión de los recursos hídricos. Fenómenos como el ascenso del nivel del mar, el aumento de temperaturas extremas, las lluvias torrenciales y las sequías recurrentes están introduciendo retos importantes que requieren planificación y adaptación.
Estos efectos tienen implicaciones directas en los sectores económicos de la isla. El turismo, como principal motor económico, enfrenta amenazas derivadas de la erosión costera, la reducción de confort climático y el aumento de fenómenos extremos. En agricultura, el estrés hídrico y las plagas afectarán el rendimiento de cultivos emblemáticos como el plátano y las papas. Por último, las infraestructuras costeras y los recursos hídricos presentan vulnerabilidades que demandan inversiones sustanciales en medidas de resiliencia
Turismo
El turismo en Tenerife se caracteriza por su alta dependencia de las condiciones climáticas. Las proyecciones climáticas indican que mientras la temporada de invierno podría beneficiarse de mejores condiciones meteorológicas, el verano enfrentará una disminución del confort térmico debido a temperaturas más elevadas. La infraestructura hotelera ubicada en áreas costeras también se verá afectada por el ascenso del nivel del mar, lo que podría requerir medidas de adaptación para mitigar estos impactos.
Agricultura
El sector agrícola se enfrenta a desafíos relacionados con la disminución de las lluvias y el aumento de las temperaturas, lo que incrementa la dependencia del riego y eleva los costos de producción. Además, la proliferación de plagas, facilitada por el cambio climático, impactará negativamente en la producción de cultivos estratégicos. La implementación de prácticas agrícolas más sostenibles y la optimización del uso del agua serán fundamentales para garantizar la sostenibilidad del sector.
Infraestructuras y Recursos Hídricos
El ascenso del nivel del mar y el aumento en la frecuencia e intensidad de fenómenos extremos como tormentas y marejadas generan un riesgo significativo para las infraestructuras costeras y los sistemas de suministro de agua. Además, las sequías recurrentes exacerban la presión sobre los recursos hídricos, demandando inversiones en tecnologías como la desalación y la modernización de infraestructuras para garantizar un suministro estable y sostenible.