El cambio climático afecta profundamente al medio marino en Tenerife, con consecuencias como el aumento de la temperatura del agua, la acidificación de los océanos y la elevación del nivel del mar, alterando ecosistemas clave y amenazando hábitats críticos como sebadales y arrecifes. Los océanos son un potente sumidero de carbono, y absorben aproximadamente el 25-30% del dióxido de carbono emitido por las actividades humanas, lo que en términos globales equivale a aproximadamente 20 millones de toneladas diarias de CO₂, de modo que los mares contribuyen notablemente a que la concentración de dióxido de carbono en la atmosfera no sea tan alta. Pero esta capacidad de absorción puede verse comprometida si la temperatura aumenta más de lo normal y el agua se vuelve ácida debido a un exceso de CO2.
En Tenerife, los efectos climáticos adversos marinos ya han dejado mella en zonas portuarias próximas al mar, así como en la disminución de especies marinas en las principales zonas de biodiversidad y la aparición continuada de plagas invasoras. Por lo que debemos priorizar las estrategias de adaptación y mitigación, como la restauración de ecosistemas, la protección de zonas costeras vulnerables y la ordenación sostenible del espacio marítimo. Estas medidas buscan incrementar la resiliencia del medio marino y mitigar los riesgos climáticos, promoviendo un desarrollo económico equilibrado y una preservación ambiental a largo plazo.